miércoles, 19 de agosto de 2015

Miami ofrece residencia a los extranjeros que vayan a invertir


Cosmopolita, multicultural y con un clima excepcional, Miami fue por años -y sigue siendo- la meca del turismo para estadounidenses, europeos y latinoamericanos. Sin embargo, hace ya tiempo que la ciudad ha tomado la decisión de crecer y posicionarse cada vez más como un centro comercial, industrial y de inversiones internacional, una propuesta que va mucho más allá del centro vacacional con playas de arena blanca que ya es.

En esa dirección, en septiembre la ciudad abrirá el Centro Regional de Inversiones del Sur de la Florida, que ofrecerá oportunidades de inversión a extranjeros interesados en participar en el Programa EB-5 de Visas para Inversionistas, pudiendo de ese modo obtener una tarjeta de residencia.

Por iniciativa de la ciudad, el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (Homeland Security) autorizó al Centro Regional de Inversiones del Sur de la Florida a propiciar inversiones en áreas comerciales claves de modo de impulsar la economía de los condados de Miami-Dade y Monroe.

Para postularse, un inversionista inmigrante debe invertir al menos u$s500.000 (o u$s1.000.000, según el sector) en una empresa. Como retribución, él y su familia obtienen la tarjeta de residencia provisional por un período de dos años. Una vez pasado ese lapso de tiempo, deberá demostrar que la inversión se mantiene y que se han creado al menos diez empleos de tiempo completo para trabajadores estadounidenses, con lo que el inversionista accede a una tarjeta de residencia permanente -y con ella a la posibilidad de obtener la ciudadanía una vez que cumpla los 5 años de residencia-.

El Programa EB-5 para Inversionistas Inmigrantes no tiene requisitos en cuanto a la edad, experiencia anterior en negocios, ni se exige dominio del idioma inglés. Es decir, por su flexibilidad, es ideal para quienes desean acceder a universidades y centros de estudio estadounidenses, o quienes buscan una vida nueva y para aquellos que desean jubilarse en los Estados Unidos.

El único requisito consiste en que el inversionista posea el patrimonio neto y el capital necesarios, pudiendo incluso vivir y trabajar en su país de origen siempre y cuando viaje a los Estados Unidos cada 180 días y mantenga un domicilio en dicho país. Si decide vivir en los EEUU, no es necesario que viva dentro del estado de Florida ni que gestione diariamente su inversión.

En diálogo con la prensa en la presentación del programa, el alcalde Tomás Regalado destacó que el objetivo del programa, además de facilitar la inmigración, es la creación empleos. El Centro Regional de Inversiones en Miami fue aprobado por la agencia de Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por su sigla en inglés), tras un proceso de solicitud de dos años.

El programa tiene estrictas regulaciones federales: Homeland Security verifica que el dinero tenga procedencia legal e investiga el historial delictivo del inversionista. Además, como en toda inversión, los inversionistas deben asumir los riesgos asociados a sus negocios, por lo que si la empresa no ha creado diez empleos en dos años, puede llegar a perder la tarjeta de residencia y ser deportado.

El Centro ofrecerá a los potenciales migrantes oportunidades de negocios en proyectos de diversos sectores, como restaurantes, turismo o manufacturas. De acuerdo con el Nuevo Herald, la ciudad incluyó en su solicitud al gobierno federal un proyecto de una torre panorámica y centro comercial que tendría un costo de 100 millones de dólares y que sería financiado por 200 inversionistas, con un aporte de u$s500.000 cada uno.

El alcalde Regalado, quien ha promovido el proyecto en Europa, Asia y América Latina en los últimos años, explicó que un porcentaje de los ingresos del programa serán asignados a la seguridad publica de la municipalidad, pues "si las personas se sientes seguras, vendrán e invertirán en la ciudad de Miami".

Los centros regionales fueron aprobados por el Congreso de Estados Unidos y comenzaron en 1993 como un programa piloto que permitía el ingreso de inversionistas dispuestos a invertir un millón de dólares y generar 10 empleos en ese país. A cambio, obtienen una residencia provisoria de dos años, tiempo en el que se evaluaba la seriedad del negocio.

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